Un inversionista que destina casi 500 millones de dólares a un estado o ciudad es tratado con los mayores honores y reconocimiento.
No es para menos. Es mucho dinero. Para Nayarit, pobre entre los pobres, es muchísimo.

¿Qué diríamos si un grupo que en 2017 envía a Nayarit 471.3 millones de dólares es tratado no muy bien en el país donde trabaja para ganar el dinero y le hacen bullying en las redes sociales del estado?
Eso enviaron los nayaritas radicados en Estados Unidos en remesas familiares a prácticamente uno de cada diez hogares de esta tierra ardiente cuna de valientes. Cada día se recibieron 23 millones 238 mil pesos, a 18 pesos por dólar. Algunas veces fueron más, cuando el dólar daba saltos gigantes.
Visto así, cualquier cosa que se dé a nuestros paisanos radicados en el vecino país sería poco. Porque bastante tienen con un presidente como el que los gobierna y la nostalgia por su tierra.
En 2000, el entonces gobernador del estado, Antonio Echevarría Domínguez, inició la tradición de un encuentro anual de las autoridades (presidentes municipales, diputados, gobernador) con los nayaritas radicados en Estados Unidos, con la llamada Feria Nayarit en California.
Y de entonces a la fecha, esa Feria ha sido criticada por los gastos que genera. Injustamente, porque ¿qué les ofrecen a nuestros paisanos con esa fiesta? No pueden llevarles las cenizas de sus muertos ni los templos de sus dioses, pero los acercan a los pilares de su nostalgia: olores, sabores, colores. Antojitos de sus pueblos y municipios: tamales, sopes, tostadas, gorditas, dulces. Y uno que otro licor. Vi soltar el llanto a hombres recios que darían la vida por volver a Nayarit, ante la provocación de un vaso de agua fresca de nanchi.
Cuando murió mi madre, recibí una llamada de Los Ángeles: “¿Compadre, usted es afortunado por estar allá, con mi tía. Yo no tendré ese consuelo cuando mi madre se vaya?” Ambos nos pusimos a llorar. No hubo más palabras, no podíamos.
Muchos miles de hombres y mujeres de Nayarit cruzaron la frontera para no volver más, por sus historias personales, por las políticas migratorias de la Unión Americana. Dejaron acá padres, hermanos, hijos, y tal vez nunca vuelvan a verlos. Pero puntualmente, cada mes, cada quincena, cualquier otro día, enviaron durante 2017 el equivalente a 8 mil 483.4 millones de pesos.
Y si ellos hacen posible el milagro de la sobrevivencia económica de Nayarit, esta semana ocurrirá para ellos un milagro en la ciudad de Los Ángeles: padres y madres nayaritas viajarán para encontrarse con sus hijos después de al menos 15 años de no verlos.
Quienes trabajaron para hacer posible las facilidades binacionales invitaron al Congreso del Estado para que sean testigos de honor de tan emotivo encuentro entre esas dos mitades de Nayarit: la que vive en Estados Unidos y añora su tierra, y la que vive acá y pasa las horas pensando en sus hijos ausentes.
Antonio Tello nos contará las historias de las 17 familias del encuentro.
También reportará el Primer Encuentro Cultural Binacional en la Alcaldía de Los Ángeles, en el que participarán diputadas y diputados de la Comisión de Asuntos Migratorios, Gestoría Social y Grupos Vulnerables del Congreso del Estado, para seguir trabajando por la reunificación de familias nayaritas.