En el océano Atlántico sur hay una pequeña y remota isla llamada Santa Elena, con una población de 4 mil 500 personas; pese a su lejana ubicación y escaso número de habitantes, tiene un aeropuerto, considerado el “más inútil del mundo” por la prensa británica, y a más de un año de su inauguración, apenas recibirá su primer vuelo comercial.
Santa Elena es un territorio de ultramar del Reino Unido, y el gobierno británico aprobó la construcción de un aeropuerto que tuvo un costo de 320 millones de euros, para evitar el traslado en buque, el cual zarpaba una vez cada tres semanas y que duraba cinco días en llegar.

La isla se ubica a unos mil 800 kilómetros de la costa de Angola y a 4 mil de Río de Janeiro.
La razón por la que ningún vuelo había arribado al aeropuerto, es que en la zona hay fuertes vientos que dificultan el aterrizaje de las aeronaves; un vuelo de prueba llegó el año pasado pero requirió de tres intentos de aterrizaje.
Después de eso, solo se permitió la llegada de aviones privados.
Con sus 4 mil 500 habitantes, por fin tendrá una conexión aérea gracias a que la aerolínea sudafricana Airlink, anunció un vuelo semanal desde Johannesburgo y Ciudad del Cabo, Sudáfrica.
Para animar a potenciales turistas a visitar Santa Elena, Airlink describió a la isla con un destino abundante “en flora y fauna”, además de tener la oportunidad de “nadar con tiburones ballena”.
El año pasado, Airlink ya había tenido un vuelo hacia Santa Elena, pero solo porque el barco que hace su trayecto programado cada tres semanas a la isla, estaba en reparación, por lo que se optó por trasladar a los pasajeros por aire, y se consideró un vuelo de emergencia.
Santa Helena también es conocida porque en ese lugar fue exiliado, tras su derrota, el emperador francés Napoleón I, donde finalmente murió en 1821.
Se espera que unas 30 mil personas visiten anualmente a la isla de Santa Elena, sin duda uno de los lugares más inaccesibles del mundo.